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viernes, 28 de enero de 2022

Locura y poder en "El Gabinete del Doctor Caligari"

 

"¡Pasen y vean! Les presento por primera vez aquí a Cesare, el sonámbulo. El milagroso Cesare, de 23 años que ha estado durmiendo 23 años continuamente ¡Día y noche! Ante sus ojos, Cesare se despertará de su mortecino trance. ¡Pasen y vean! Damas y caballeros, Cesare el sonámbulo responderá a todas vuestras preguntas. Cesare conoce todos los secretos. Conoce el pasado y ve el futuro. Juzguen ustedes mismos. No se contengan. ¡Pregúntenle lo que quieran!
- ¿Cuánto tiempo voy a vivir?
- Hasta el amanecer"

Todavía hoy, 100 años después de su rodaje, "El Gabinete del Dr. Caligari" (1920), se deja ver con absoluto disfrute. Es una obra curiosa en muchos aspectos y repleta de incógnitas sobre su realización. Extrañamente, se suele hablar más de sus guionistas y de los creadores de sus imposibles decorados de papel y cartón que del propio director, Robert Wiene, o de sus protagonistas, entre los que destacan Werner Krauss como el Dr. Caligari y Conrad Veidt como Cesare

La inspiración de la historia narrada en el film arroja muchas dudas. Janowitz, uno de los guionistas, mantenía que el relato estaba inspirado en un suceso vivido un día de carnaval en el que vio a un hombre extraño acechando desde las sombras. Al día siguiente supo que una niña había sido brutalmente asesinada en ese mismo lugar. Movido por la curiosidad fue a su entierro y allí volvió a ver a aquel extraño sujeto igualmente oculto entre las sombras. No podía probar su autoría del crimen, pero fue el detonante que puso a su cabeza a pensar en la historia.

Carl Meyer, el otro guionista, decía que para evitar hacer el servicio militar fingió locura, lo que motivó que tuviera que padecer muchas pruebas, tramites que hicieron surgir en él una desconfianza grande en los psiquiatras. El doctor que lo atendió le sirvió de modelo para el Doctor Caligari, aunque hay otros que ven en el doctor ecos del filósofo Arthur Shopenhauer. Una última historia dice que la historia se inspira en la visita realizada por los dos guionistas a un espectáculo de circo en la Kantstrasse de Berlín donde pudieron ver la función "Man or Machine", en la que un hombre, tras ser hipnotizado realizaba hazañas de fuerza que a primera vista resultaban imposibles para él.

Uno de los grandes atractivos de la película son aquellos decorados acusadamente expresionistas. Puede que simplemente siguieran la moda de un tipo de lenguaje artístico que por entonces estaba de moda en toda Alemania o, como cuenta la leyenda, tuvieran su razón de ser en un presupuesto poco holgado y en las restricciones de energía eléctrica que por aquel entonces sufría Alemanía, lo que motivó que sobre el papel y el cartón de las falsas paredes se pintara directamente los efectos de luz. Pero además imperaba la idea de hacer unos decorados realmente transgresores, en los que todo estaba deliberadamente torcido o inclinado, una estética que bien podía ayudar a remarcar el comportamiento extraviado de algunos de sus personajes y que en definitiva dio como resultado una atmósfera ciertamente única. 

Uno de los grandes atractivos de la película es ese novedoso y sorprendente giro argumental que nos guarda el final de la película y que hace que todo lo que hemos visto durante el film cambie de sentido. En esa tendencia de olvidar al propio director, Wienne, hay quien adjudica ese genial escorzo de la historia a una idea de Fritz Lang, que estuvo a punto de dirigir la película. Parece que en la estructura original del guion ese giro no existía, y el planteamiento inicial constituía una clara critica de la autoridad, personificada en el Doctor Caligari, y como esta podía manejar a los hombres a su antojo, hipnotizándolos con sus ideas y manifiestos, logrando de las personas incluso comportamientos indeseados y perversos. La idea no casaría mal con la posterior llegada del nazismo, autoridad absoluta e hipnótica que consiguió lo impensable del pueblo alemán, pero estas propuestas ideológicas eran ya demasiado arriesgadas para una Alemania que acababa de salir de la Primera Guerra Mundial, por lo que se suavizo de forma extraordinaria ese posible mensaje, con ese giro final que comentábamos, en el que se resta responsabilidad a la autoridad sobre los desmanes de las personas, un cambio que a decir verdad  hizo que la historia no solo ganara muchos enteros sino que además se convirtió en un modelo a seguir en la narrativa argumental para el cine que estaba por llegar.

Aunque hay manifestaciones de que la película fue inicialmente un fracaso y que hubo espectadores que exigieron la devolución del importe de sus entradas, parece que esto es solo una leyenda más, al menos en las grandes ciudades. La película fue precedida de una original campaña de promoción en la que se colocó por las calles carteles que decían: "Tienes que convertirte en el Dr. Caligari", abriendo la curiosidad de los potenciales espectadores que respondieron al reclamo haciendo de la película un éxito. Algo muy del estilo de lo que se hace actualmente promocionando los films, pero cien años atrás. 

Y sin embargo, una obra como esta no pasa a la historia y es recordada 100 años después solo por unos decorados transgresores, un guion acertado o una campaña de promoción original; en la película es palpable la maestría de Wienne rodando en espacios tan pequeños, en como desarrolla la historia y como la ofrece al espectador, es soberbia la actuación de Krauss como Caligari, con los ademanes propios del cine mudo y tan exagerada como los propios decorados, e inolvidable el momento en el que, despertando de su profundo sueño, abre los ojos Conrad Veidt en su rol de Cesare. 

Solo dura 77 minutos, que merecen la pena ver y sumergirse en esa atmosfera del cine mudo, en el que una imagen o un gesto valen más que mil palabras.



Imágenes: 
Cortesía de Doctor Macro - Imágenes 1 y 4
De Wikimedia Commons (CC0) - Imágenes 2, 3, 5

1 comentario:

  1. ¿No es muy evidente que el relato adapta, muy libremente, "El hombre de arena" de E.T.A. Hoffman?

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