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miércoles, 15 de septiembre de 2021

Los miedos de Vladimir Horowitz, el mejor pianista moderno


Vladimir Horowitz (Kiev 1924 – Nueva York 1989), al que podemos ver arriba en una foto de juventud, es para muchos el mejor pianista del siglo XX. Su técnica era legendaria, destacando la emoción que volcaba en sus interpretaciones. El intérprete decía muchas veces que para ser un gran pianista era necesaria alguna de estas tres cosas: ser judío, ser ruso o ser homosexual. Él, consciente de su gran calidad pianística se jactaba de ser las tres cosas. En un retruécano de esta frase también afirmaba que sólo existen tres tipos de pianistas: los judíos, los homosexuales y los malos pianistas. En referencia a Horowitz se comentaba mucho su escaso calado intelectual, lo cual a los ojos de muchos expertos hacia incomprensible que una persona de conversación tan pobre pudiera volcar después en el piano tal caudal de sentimientos y de calidad pianística. Eso no le impidió ganar 26 premios Grammy entre muchos otros galardones. Como otros tantos artistas rusos en una época difícil terminó nacionalizándose estadounidense. Era una persona muy tímida y un tanto inestable que sufría de graves depresiones que lo retiraron de los escenarios varias veces, periodos a los que seguían espectaculares reapariciones.

Una prueba de la timidez de Horowitz, que como Chopin prefería tocar de forma íntima para amigos o ante grupos reducidos, es aquella anécdota que cuenta como en su época de juventud los nervios le pudieron antes de comenzar un concierto; la sola idea de presentarse ante todo el público que abarrotaba la sala y que ansioso esperaba la salida del pianista, le puso enfermo. Directamente se fue a buscar al empresario y cariacontecido y tembloroso le dijo: "Estoy enfermo. No puedo tocar esta noche". El empresario, intuyó de inmediato el verdadero mal que aquejaba al pianista, se guardó el enfado para sí y haciendo gala de su mucha experiencia lidiando con artistas temerosos le dijo:

- "Si no puede tocar, no toque, pero tiene que salir a escena e informar al público de lo que le pasa" -momento en el que dio un pequeño empujón al músico que colocó a Horowitz en el escenario a la vista del público.

El músico avanzó lleno de dudas hasta el centro del escenario, acercándose al único aliado que había allí, su piano; desde ese lugar miró con verdadero miedo al expectante público que, eso sí, le recibía con cálidos aplausos. Cuando el recibimiento acabó y se hizo el más sonoro de los silencios, Horowitz se dio cuenta de que le daba todavía más miedo hablar ante todas aquellas personas que tocar su piano, así que, acorralado por las circunstancias, se sentó ante el piano y tocó uno de sus mejores conciertos.

En el vídeo lo vemos tocando las Variaciones sobre un tema de la opera "Carmen" de Bizet, una obra suya de extraordinaria dificultad.



Algunas frases suyas:

"La perfección en sí misma es imperfección"

"Lo más importante es transformar el piano de instrumento de percusión a un instrumento que canta. Un tono cantado está formado por sombras y colores y contrastes. El secreto se encuentra principalmente en los contrastes"

“Tocado percusivamente, el piano se vuelve aburrido. Si asisto a un concierto y alguien toca de esta manera tengo dos opciones: ir a casa o dormirme. El objetivo es hacer que el piano cante, cante, cante”.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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