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viernes, 14 de mayo de 2021

El misterio del Apolo Belvedere


 

"Al contemplar esta obra maestra del arte, me olvido de todo lo demás, y yo mismo adopto una postura elevada para ser digno de contemplarla. Mi pecho parece expandirse de veneración y agitarse como los que he visto hinchados como por el espíritu de la profecía, y me siento transportado a Delos y a las antiguas arboledas licias, lugares que Apolo honró con su presencia, pues mi figura parece cobrar vida y movimiento, como la belleza de Pigmalión"

Son palabras del Johann Winckelmann, por muchos considerado como fundador de la historia moderna del Arte y enamorado por completo de la escultura griega y especialmente de este Apolo ante el que parece verse preso de algo parecido al Síndrome de Stendhal. Para Schiller, el autor del poema que inspiraría el "Himno de la Alegría", la escultura era la corporificación ideal de la humanidad completa uniendo gracia y dignidad en una única persona, mientras que Goethe afirmaba que la obra entre tantas otras maravillas que admiraba en su viaje a Roma "Con aquel su aire sublime de libertad y vigor juveniles" le tenía conquistado el corazón "a tal punto que todo el resto quedaba oscurecido".

El Apolo Belvedere o Apolo Pitio es una de las estatuas más admiradas de la antigüedad, una obra maestra de la que hasta Beethoven tenía una pequeña réplica en su estudio como eco de la belleza absoluta. Su influencia en el arte ha sido tal que Durero pintó a su Adán al estilo de este Apolo modificando solo la posición de los brazos, Canova lo reinterpretó en su "Perseo con la cabeza de la Medusa", Bertel Thorvaldsen lo tuvo muy presente en su "Jasón con el vellocino de oro" y sirvió de inspiración a otros artistas como Houdon, Ramsay o Joshua Reynolds e incluso hay expertos que mantienen que la postura del David de Miguel Ángel mantiene ciertos ecos con esta obra. Ni Napoleón pudo librarse de su hechizo y en su rapiña de obras de arte de Italia, no olvido llevarse consigo esta escultura que solo tiempo después fue devuelta. 

Esta maravilla esta rodeada de misterios. Es copia romana de un original griego perdido y de autor desconocido aunque no son pocos los que en principio la atribuyen a Leocares. Se especula con que en su brazo derecho pudiera sostener un arco e incluso hay quien sostiene que podría haber hecho pareja con la "Diana de Versalles" (fotografía de la derecha) también atribuida a Leocares. Pese a su magnificencia, extrañamente no se conservan otras copias lo que aumenta las sombras que se ciernen sobre sus orígenes. Puede que fuera descubierta en una villa de Nerón en Anzio, aunque también se especula con otras localizaciones. Pronto fue la escultura con la que el cardenal Giulio della Rovere despertaba las envidias de todos los demás admiradores de la estatuaria griega. Con el tiempo fue restaurado en parte y se completaron perdidas en ambos brazos, se añadió parte del carcaj que lleva a la espalda y Pio IV en su cruzada puritana le añadió una hoja de parra en sus genitales que afortunadamente fue retirada con el tiempo. Ahora se expone en el Museo Pío-Clementino del Vaticano y puede que tal como indicaba Hermann Melville, el autor de Moby Dick, sea entre otras muchas maravillas que allí se nos muestran la verdadera "gloria del Vaticano".



Imágenes: De Wikimedia Commons: Imagen 1 (CC BY-SA 3.0) - Imagen 2 (CC POR 2.5) - Imagen 3 (CC BY-SA 4.0) - Imagen 4 (CC BY 3.0)

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