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lunes, 7 de diciembre de 2020

El milagro de "La última cena" de Leonardo da Vinci

 


"Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo «Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará"

En "La última cena", Leonardo da Vinci intentaba mostrar las reacciones de los apóstoles a las palabras recogidas en el anterior fragmento de la Biblia (Juan 13:23). Todos hacen ademanes, incrédulos ante las palabras de Jesús que hablan de un traidor en el grupo. Curiosamente, Judas, que arquea su cuerpo hacía atrás, alejándose de la verdad, es el único que muestra un tono de piel más bronceado, como marcando en él la futura traición. Ya en su tratado de la pintura, Leonardo escribe palabras que perfectamente cuadran con esta obra: "Los movimientos de las personas son tan diferentes como los estados de ánimo que se suscitan en sus almas, y cada uno de ellos mueve en distintos grados a las personas" (...) "Lo feo junto a lo bello, lo grande junto a lo pequeño, el anciano junto al joven, lo fuerte junto a lo débil: hay que alternar y confrontar esos extremos tanto como sea posible." Una obra maestra más.

"La última cena" es una obra al "fresco" que se ubica en el Convento dominico de Santa María delle Grazie de Milán, y que se encuentra, a pesar de las restauraciones, en un estado ciertamente lamentable. No son sólo los 500 años de antigüedad de la obra (1495-98), ni el fallido basamento preparado por Leonardo para después pintar sobre el mismo, alejado de la técnica tradicional utilizada en la pintura al fresco y que muy pronto se mostro del todo inapropiada para la conservación de la obra; aparte de estos avatares del tiempo y de su concepción técnica, que no artística, la historia desde luego tampoco la ha tratado bien. 

Ya en las campañas napoleónicas, los soldados franceses practicaban ejercicios de puntería con la obra, utilizando la cara de Jesús como diana. Ya solo esta tropelía hace que nos resulte milagroso que aun en su estado calamitoso podamos atisbar algo del genio que Leonardo volcó en esta obra. 

Pero la cosa no queda aquí. En agosto de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, el ejército anglo-americano lanzó sobre posiciones alemanas en Italia, en las que se encontraba el citado convento, nada menos que 1.100 toneladas de bombas, algunas de las cuales impactaron en el convento, destrozando casi el 60% del mismo. No fue un error, el bombardeo de la zona se repitió durante dos días consecutivos y aunque los resultados supongo que no eran deseados, si que eran asumidos como probables. La guerra es la guerra. Abajo se vinieron el claustro y la mayoría de las paredes. El refectorio, donde se encuentra "La última cena", se vio afectado gravemente y de sus cuatro paredes, solo dos se mantuvieron en pie, una de ellas, milagrosamente aquella en la que se encontraba la obra. Gran parte del techo se vino abajo y según se cuenta si el techo se hubiese derrumbando un poco más cerca de la pared, el fresco de Leonardo se habría perdido para siempre. La obra había sido protegida de forma previa con una pared de sacos de arena, pero ante la lluvia de bombas y el destrozo causado, poco podrían haber ayudado si aquella pared se hubiera visto un poco más comprometida. Cuando los sacos fueron retirados, todos esperaban un desastre y sin embargo allí estaba el fresco del gran Leonardo, herido, pero a salvo. Los creyentes y sobre todo los frailes del convento, de inmediato convirtieron el suceso en un milagro, máxime habiendo sido el día del bombardeo, el 15 de agosto, el día de la Virgen.



Imágenes: De Wikipedia Commons - Dominio Público (CC0): Imagen 4 y sus recortes1 y 3 - Imagen Convento 

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