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martes, 15 de diciembre de 2020

El maltratado cadáver de Niccolò Paganini

 

 
A pesar del límpido retrato que en 1819 Dominique Ingres dedicó en vida a Paganini (1782-1840) y al que personalmente doy veracidad por ser el pintor el genio que era, o la digna escultura que encabeza esta entrada, obra de David D'Angers y que data de 1830, hay otros testimonios acerca del aspecto de Paganini que distan mucho de esa aseada visión. Según los más calenturientos de sus contemporáneos, Paganini era descrito como un ser decrépito y extremadamente delgado, con un rostro cadavérico de pálidas mejillas en el que sus ojos negros aparecían hundidos en sus cuencas; su rostro estaba enmarcado por una melena negra que contrastaba con su piel blanca como la cera; para colmo, su mandíbula inferior no conservaba desde 1928 ninguno de sus dientes lo que deformaba su rostro y por si fuera poco siempre vestía de negro con un traje ajustado, a menudo raído y descuidado, que estilizaba más si cabe sus largos miembros. Siniestro.

Paganini visto por R. J. Lane
La forma de tocar y la puesta en escena que sabía dar Paganini a sus apariciones sin duda resultaron todo un reto para la forma de pensar y entender la música en aquellos primeros años del siglo XIX. El "Fausto" de Goethe fue publicado en 1808 con el famoso pacto de su protagonista con el diablo y siguiendo la moda, no hizo falta mucho esfuerzo para que sobre Paganini, con su acusada delgadez, siempre vestido de negro, con el frenesí que imprimía a su violín y su capacidad de sacarle sonidos hasta entonces no escuchados, cayera una sombra de sospecha acerca de un posible trato con el maligno. Su forma de entender la música, sin duda apabullante para la época y apoyada en sus propias habilidades y talento, pero también en unas cualidades físicas ciertamente excepcionales (generalmente achacadas al Síndrome de Marfán que provoca una hiperflexibilidad de las articulaciones y miembros muy largos) no fueron bien entendidas en su época, si bien le hicieron ganar muchísimo dinero. 

Paganini utilizó todos aquellos comentarios en su propio favor y se dedicó a hacer caja, logrando ingresos impensables para otros artistas de la época. Por ejemplo, en 1831 dio dos conciertos en Glasgow por los que se agenció nada menos que 1400 libras de la época. Chopín toco unos años después y solo fue capaz de recaudar 60. Todo el mundo quería ver tocar el violín a una persona poseída por el diablo y Paganini que lo sabía subía los precios de las entradas hasta cotas abusivas y a pesar de ello eran legión los que se rascaban el bolsillo y sin poder, iban a verle. Al mismísimo diablo no se tiene la oportunidad de verlo todos los días. 

Paganini por E. Delacroix
A pesar de jugar con ese aura que le habían adjudicado en su beneficio, siempre se cuidó mucho de componer música que directamente pudiera ser calificada de diabólica como hacían otros compositores con las citas del canto llano del "Dies irae" de las misas de difuntos o el uso del "tritono" (diabolus in música), formas de hacer música de las que de forma muy consciente Paganini se alejaba para no echar mas leña al fuego. A su muerte tenía entre sus posesiones 22 instrumentos de gran valor: 4 violines Gurnerius, 2 violines Amati y la friolera de 11 Stradivarius: 7 violines, 2 violas y 2 violonchelos. Curiosamente su predilecto era uno de los Guarnerius al que llamaba por su potente sonoridad "Il mio cannone" (mi cañón).

Pero en realidad Paganini  era un ser enfermizo que desde los 38 años sufrió serios problemas de salud y que a los 50, siete años antes de morir, ya estaba retirado de los escenarios. Tuvo en esos años tiempo de disfrutar y a veces padecer a numerosas amantes, de amasar una fortuna y dilapidarla en gran parte a su vez en el juego y malos negocios. Puntualmente intentó defenderse de aquellas ideas de dar un origen diabólico a sus habilidades, así en una carta a su abogado Luigi Germi en 1832 decía:

"Ahora nadie pregunta si has oído a Paganini, pregunta si le has visto. A decir verdad, lamento que se haya extendido la opinión general entre todas las clases sociales de que yo había pactado con el diablo. Los periódicos hablan mucho sobre mi aspecto externo, lo que despierta una curiosidad increíble".

Paganini por Ingres
Poco antes, en 1831 en una carta publicada en el diario parisino "Revue Musicale" se lamentaba así:

"Una vez mas, ya que algunos se obstinan contra toda verosimilitud, tengo que ceder. Todavía tengo una esperanza y es que después de mi muerte la calumnia tenga a bien en abandonar a su presa y aquellos que se hayan vengado tan cruelmente de mis triunfos dejen que mis cenizas descansen en paz"

Y de eso quería hablar, a pesar de tan larga introducción, de las vicisitudes sufridas por el cadáver de Paganini. El caso es que estando el músico muy enfermo, su hijo llamó a un sacerdote para que le diera la extrema unción, pero Paganini que no se veía tan cerca de la muerte la rechazó. Cuando días después falleció, el obispo entendió que este rechazo a ponerse en paz con Dios era una prueba más del tan cacareado pacto del músico con el diablo y le negó la sepultura en el cementerio de Niza. El cadáver de Paganini estuvo la friolera de 20 meses insepulto. Los dos primeros meses estuvo en la misma habitación en la que falleció, pero a pesar del embalsamamiento que recibió el cuerpo, hubo quejas de que el cadáver desprendía demasiado olor, por lo que los restos del músico fueron llevados al sótano de la propiedad durante dieciocho meses más. El Conde de Cessole terminó por llevarse el cadáver a un olivar de su propiedad donde lo escondió en una cuba vacía de aceite mientras se buscaba una solución. Ni Cannes ni Marsella quisieron el cadáver que fue trasladado a un lazareto de Villefranche, uno de aquellos lugares en los que se aislaban a infectados y leprosos y hasta pusieron un conserje para evitar intrusos. El conserje empezó a decir que por las noche sonaba un violín y empezó a cobrar entrada a los curiosos que esperaban presenciar dicho milagro. Incluso intentó, antes de ser descubierto, vender el cadáver a un comerciante sin escrúpulos para hacer negocio con él. El cuerpo fue nuevamente trasladado, esta vez a la isla deshabitada de Saint-Ferreol, donde provisionalmente fue entrerrado en un suelo pedregoso y desértico.

Cuatro años después de su muerte y tras innumerables gestiones y negativas, el Rey Alberto de Piamonte-Cerdeña accedió a que Paganini pudiera ser enterrado en Génova, su ciudad natal, pero su diabólica sombra le perseguía y como hubo quejas de fuegos fatuos y visiones diabólicas en torno a su tumba, el vapuleado Paganini fue de nuevo desenterrado y expulsado a una villa de Parma en la que permaneció un buen tiempo hasta que en 1876, el Papa Pio IX rehabilitó la figura del músico y permitió que fuera enterrado en sagrado en la ciudad de Parma, la friolera de 36 años después de su muerte. Todavía hubo de sufrir Paganini algún que otro ajetreo cuando lo volvieron a desenterrar para procurarle una tumba mejor y con el tiempo para asegurarse de que quien estaba allí era realmente Paganini. Solo en 1893, 53 años después de su muerte dejaron en paz a este excepcional músico que revolucionó el mundo del violín y que entregó algunas de las piezas más endiabladamente difíciles y subyugantes de toda la historia de la música. Un buen ejemplo, para alejarnos de sus portentosos Caprichos, puede ser su "Campanella", que en el vídeo siguiente es interpretada por Clara Jumi Kang:



Fuentes documentales
"Curiosidades y cotilleos sobre los grandes compositores vol. 2 - Roberto L. Pajares Alonso 
"Muertes Ilustradas de la Humanidad - Polvo eres II" - Nieves Conconstrina
 
Imágenes:  De Wikimedia Commons - (CC0) o (CC)- Imagen 1  - Imagen 2 - Imagen 3 - Imagen 4 - Imagen 5

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