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viernes, 6 de noviembre de 2020

El verdadero Quasimodo, "El jorobado de Notre Dame"


Quasimodo, el famoso jorobado de Notre Dame de París, con su rostro deforme y sordo por el sonido de las campanas de la Catedral a las que se encargaba de hacer "bailar", es un personaje icónico dentro de la historia del cine. En su piel se han metido grandes actores, desde Lon Chaney todavía en tiempos del cine mudo (1923) al más reciente Anthony Hopkins en 1982, pasando por las geniales interpretaciones de Charles Laughton (1939) o Anthony Quinn (1956), aunque han sido muchos más los actores que antes y después encarnaron a Quasimodo, un personaje muy codiciado en la pantalla. No se puede olvidar tampoco la adaptación al mundo de la animación que, edulcorando un poco la historia original de Victor Hugo, hizo Walt Disney en 1996.  

Y la pregunta es: ¿Podría estar basado Quasimodo en una persona real? El caso es que, en 1999 se descubrió en los archivos de la Tate Gallery londinense unas memorias de Henry Sibson, un escultor inglés que había trabajado en la restauración de la Catedral de Notre Dame, en los años inmediatamente anteriores a  la obra "Nuestra Señora de París" escrita por Victor Hugo en 1931. Sibson hace referencia en sus escritos a un escultor jorobado que trabajaba en la Catedral, solitario y esquivo en el trato con los demás. Lo contaba así:

Hacia 1820 "El Gobierno (francés) ordenó la reparación de la catedral de Notre Dame, y estaba ya en marcha. Dos contratistas, Plantor y Fontaine, me encargaron que esculpiera el follaje en torno a las ventanas". Tras una disputa con Plantor fue despedido. "Solicité entonces trabajo en los estudios del Gobierno, donde se encargaban de ejecutar las grandes figuras (para la decoración) y allí conocí a monsieur Trajan, el hombre más digno, paternal y amable que jamás he conocido" (...) "Tallaba bajo las órdenes de un escultor del Gobierno cuyo nombre he olvidado porque no tuve relación con él. Todo lo que sé es que era jorobado y no le gustaba mezclarse con los talladores". 

Más adelante Sibson vuelve a citar al enigmático escultor jorobado en referencia a unas obras en Dreux, una población cercana a París: "Monsieur le Bossu (el señor Jorobado), le dijo a Monsieur Trajan que se asegurase de que contrataba al pequeño inglés (Sibson)"

Esas pocas líneas llamaron la atención de los investigadores para ir atando cabos. Victor Hugo estaba muy comprometido en aquel entonces con las reparaciones que se estaban haciendo en Notre Dame y era especialmente crítico con algunas de ellas, de hecho terminó por liderar un grupo de personalidades que exigía que las obras fueran fieles al estilo original de la Catedral, motivo por el cual es obvio que estaba muy pendiente de la marcha de las obras que sin duda visitaría frecuentemente. Además se ha constatado, a través de archivos, que Trajan y su cuadrilla (a la que pertenecía el enigmático jorobado) tuvieron su taller de escultura en una habitación contigua a la Escuela de Bellas Artes del distrito sexto de Paris,  Saint-Germain-des-Prés, en la misma zona en la que el escritor vivía por aquella época. 

Por todo ello parece más que probable que Victor Hugo (imagen a la izquierda) llegara a saber del solitario y huraño jorobado, el que, quien sabe si fue así, pudo encargarse de realizar las enigmáticas gárgolas que tanta presencia tienen en el relato. De momento no se sabe el nombre del escultor que sirvió de inspiración a Quasimodo, pero no queda duda de que al menos, aunque el resto de la historia sea inventada, en tiempos de Victor Hugo hubo realmente un "jorobado de Notre Dame". Sobre la maravillosa Esmeralda y su Corte de los Milagros todavía no hay pistas.

Como última curiosidad decir que Jean Valjean, el protagonista de "Los miserables", otra de las maravillosas obras de escritor francés, iba a llamarse inicialmente Jean Trajean, un nombre sin duda muy similar al del bonancible Trajan ya antes citado.  

En la imagen de cabecera se puede ver a Lon Chaney en la versión muda que en 1923 se hizo de la historia. Después de sufrir castigo y humillación pública, Quasimodo solicitaba casi desfallecido un poco de agua. Solo Esmeralda, la zíngara, se apiado de él y calmó su sed, conquistando ya para siempre el corazón del pobre jorobado. "Ella me dio agua" repetiría una y otra vez.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Imagen 1 -Imagen 2Imagen 3

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