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viernes, 30 de octubre de 2020

De cuando el cine cerraba por defunción


"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar"

La frasecita es del bueno de Hitchcock, que de cine sabía tela del telón. Don Alfredo, con sus películas tenía la premisa de entretener al público y desde ahí crear cine de calidad que dejara a los espectadores con el culo pegado a sus asientos, pero siempre tenía muy presente que en última instancia el cine no es sino un negocio, en el que se podrá ofrecer un producto de más o menos calidad, pero un negocio al fin y al cabo en el que además de la evidente necesidad de una pantalla y una película que proyectar, hacían falta, como bien apuntaba el director, un buen número de butacas o sillas para acomodar a los potenciales espectadores, algo que en los albores del cine no siempre era fácil conseguir y que llevó a alguna que otra situación verdaderamente esperpéntica. 

El caso es que en fecha tan temprana como 1903, el mayor de los hermanos Warner, el emprendedor Harry se decidió a probar suerte en el incipiente mundo del cine y se dedicó a la exhibición de películas por los pueblos mineros de Pensilvania y Ohio. La gente estaba deseosa de nuevos entretenimientos y presentándose la iniciativa de Harry como un negocio prometedor, sus hermanos (Albert, Sam y Jack) no tardaron en unirse a él creando la hoy poderosa Warner Brothers, esos mismos que ahora nos entretienen con aventuras tan rentables como las de Joker, Harry Potter, 300, Matrix, Batman o El señor de los anillos. Sin duda, la Warner de hoy en día está forrada, pero sus inicios fueron ciertamente modestos y su primera sala recibió el nombre de "The Cascade" en la ciudad de New Castle (Pensilvania). No era una sala muy grande, tan solo contaba con 99 sillas que por un módico precio los hermanos alquilaban a un empresario de pompas fúnebres del lugar. En dicho contrato solo había una condición y es que las sillas debían ser devueltas cada vez que hubiese un funeral. Era un lugar en el que antes que mirar la cartelera había que mirar las esquelas y si moría algún vecino, al dolor de la perdida se añadía el de no poder ver la película del día. De este modo no era extraño que de vez en cuando el cine, o lo que es lo mismo, la incipiente "Warner Brothers" mostrara el cartel de "cerrado por defunción", por mucho que todos sus trabajadores gozaran de estupenda salud. Cosas del cine....

Imagen: De Pxfuel.- Libre de derechos. Enlace a Fuente Original

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