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martes, 23 de junio de 2020

Sócrates y las murmuraciones



"El que tenga ojos para ver y oídos para oír puede convencerse de que ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios están en silencio, puede hablar con sus dedos; la traición de él rezuma por cada poro"

Con estas palabras, Sigmund Freud dejaba clara su total desconfianza sobre la capacidad del ser humano para resistirse a la murmuración o a guardar un secreto. Aunque puede que pudiéramos encontrar una excepción en Sócrates, al menos eso se desprende de una anécdota muy famosa ocurrida al filósofo:

Se cuenta que un día Sócrates se encontró con un conocido que sin mediar palabra le dijo de sopetón:

- Maestro, ¿sabes lo que me acaban de contar de "fulano"?

Sócrates, que se lo vio venir, lo interrumpió y le dijo:
- Antes de que me cuentes, permíteme que te haga la prueba de las tres preguntas.

Asintió el hombre y Sócrates le pregunto: 
-¿Estás seguro de que esa historia sobre "fulano" que me vas a contar es cierta?

El hombre contestó que no podía saber si era verdad lo que le acababan de contar y que no había tenido ocasión de contrastarlo. El filosofo le dijo entonces:
-Es decir, que a ciencia cierta no sabes si lo que me vas a contar de "fulano" es verdad o no. Pero vayamos a la segunda pregunta. ¿Lo que me vas a contar de nuestro amigo común es bueno?

El chismoso no tuvo más remedio que contestar que precisamente no era algo bueno lo que iba a contar. Sócrates al escucharlo continuó, con toda calma, con su prueba y razonó:
-Es decir, pretendes contarme algo malo sobre nuestro amigo, incluso no estando seguro de si es cierto, ¿no es así?

El murmurador un tanto avergonzado no pudo hacer otra cosa que asentir, y Sócrates continuó con su filtro de chismorreos inútiles:
- Esta bien, solo nos queda una pregunta. Lo que vas a decirme de nuestro amigo ¿será provechoso para alguien?

Y el cotilla tuvo que reconocer que tampoco sería algo que hiciera bien a nadie. Ante estas tres respuestas, Sócrates concluyó su prueba de las tres preguntas y dijo al metiche:

-Es decir, que lo que quieres decirme de nuestro amigo común, ni es seguro que sea verdad, ni es bueno y ni tan siquiera es provechoso para alguien ¿porqué deberíamos entonces hablar de ello?

La escultura es de François Jouffroy (1839) y tiene por nombre "Primer secreto confiado a Venus". Se expone en el parisino Museo del Louvre 

Imagen: La fotografía, obra de Marie-Lan Nguyen está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se adjunta enlace a la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Secret_Jouffroy_Louvre_LP1919.jpg

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