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martes, 26 de mayo de 2020

Borges, la ceguera y la ironía


"Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el Poema de los dones":​

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche

Son palabras de Borges, que como ya ven sabía reírse de si mismo. El mismo decía: "Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio"

En 1955 Borges, que ya había sido bibliotecario con anterioridad, fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional de Argentina, puesto que ocupó durante 18 años. Estaba en su paraíso de papel, pero desde el primero de todos aquellos años en el edén, el escritor ya estaba prácticamente ciego. Su amor por los libros resultaba irrenunciable: "Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre. En realidad, creo no haber salido nunca de esa biblioteca. Es como si todavía la estuviera viendo". Por ello buscó la ayuda de Alberto Manguel,  un jovencito de 15 años que trabajaba durante el verano en una de las librerías a las que acudía con regularidad el escritor y que durante cuatro años le hizo de lector (como el de la película) y le ayudó a revisitar la obra de muchos escritores de cuentos antes de que Borges se lanzara a escribir esos fabulosos relatos que tanta fama le dieron. En sus recuerdos, Manguel que con el tiempo también se convertiría en escritor, decía de Borges:

"Borges tenía muy poca paciencia con la estupidez. Cuando algún escritor decía alguna tontería, su humor era absolutamente feroz y demolía con cuatro palabras la estupidez que fuera" "Podía ser generoso, pero una buena frase era más importante para él que un buen gesto."

Esta naturaleza sentenciosa de Borges y su afilado ingenio provocaron alguna que otra anécdota. Se cuenta que con ocasión de una huelga contra la dictadura argentina, Borges no quiso sumarse a la misma ni dejar de dar sus clases en la Universidad. Como su posición parecía firme y se negaba a abandonar la clase, uno de los estudiantes le dijo que iba a cortar la electricidad. Borges se limitó a responder:

"No me preocupa, he tomado la precaución de ser ciego"

En otra ocasión en la que lo entrevistaban en Roma, uno de los periodistas trato de buscarle las cosquillas al educado escritor y que este perdiera la compostura, regalándole con su salida de tono un titular. Con dicho propósito no cejó en su empeño de poner en aprietos a Borges, quien con mucha cintura lograba esquivar al periodista una y otra vez. El plumilla, desesperado pasó a la artillería pesada y le preguntó al escritor: 

- ¿En su país todavía hay caníbales?

- Ya no, - dijo Borges sin descomponer el gesto - nos los comimos a todos.

Nota: Del "Poema de los dones" solo aparece citado el comienzo.


Imagen: La fotografía (recortada), es obra de Grete Stern y está tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Jorge_Luis_Borges#/media/File:Jorge_Luis_Borges_1951,_by_Grete_Stern.jpg

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