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miércoles, 20 de mayo de 2020

Einstein y la relatividad de "el que dirán"



"Si tu intención es describir la verdad hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre"

Einstein ya dejaba claro con esas palabras que tenía un concepto bastante utilitarista de la elegancia. Es bien sabido que no se llevaba nada bien con el peine, tanto que siempre parecía que acababa de meter los dedos en un enchufe. No usaba calcetines, ni siquiera cuando lo invitó Roosevelt a la Casa Blanca y lo justificaba a su manera: “Cuando era joven descubrí que el dedo gordo siempre acaba haciendo un agujero en el calcetín. Así que dejé de ponerme calcetines”.  

No solía dar mucha importancia a la ropa que usaba para vestir, de hecho son numerosas las fotografías en las que aparece con un simple jersey, una prenda muy común hoy en día, pero no tanto en su época. En los años 30 tuvo el atrevimiento de comprar una chaqueta Levi's de piel cossack, que eso si, utilizó posteriormente durante muchos años. Dicen que cuando la prenda se subastó en 2016, aun estando completamente arrugada y deteriorada por el desgaste del uso, se pagó por ella la friolera de 146.000 dólares, y curiosamente, a pesar de que Einstein había muerto 50 años antes, la cazadora todavía olía intensamente al tabaco al que era tan aficionado el genio. Para él las prendas no tenían fecha de caducidad. Se cuenta que un día que paseaba por las calles de Berlín se encontró con un amigo que al verlo vestido con un viejo abrigo de aspecto ya algo raído le dijo:

- ¿No crees que debes hacerte otro abrigo?

-¿Para qué? - le contestó Einstein- Aquí todo el mundo sabe quién soy.

Pasaron los años y este mismo amigo volvió a encontrarse con Einstein, pero esta vez en una calle de Nueva York. Como quiera que el afamado físico llevaba todavía el sufrido abrigo, su amigo le dijo:

- ¡Hombre! ¿Todavía llevas el abrigo de Berlín? Debes hacerte otro.

-¿Para qué? -le contestó nuevamente Einstein - Aquí nadie me conoce.

Todo es relativo. Quién sabe si el abrigo que muestra en la foto de cabecera es el protagonista de la anécdota, pero una vez sabemos lo cómodo que se sentía con él no nos extrañaría.

Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original: 

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