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viernes, 1 de mayo de 2020

Errol Flynn, el eterno caradura



Antes de alcanzar el estrellato, el inquieto Errol Flynn llegó a representar a su pais en las Olimpiadas de 1928 como boxeador, fue buscador de oro y diamantes, hizo tratos con esclavos, fue pescador, periodista, dinamitero, cultivador de cocos y si había que ponerse a fregar platos tampoco ponía problemas. En busca de fortuna llegó al cine, y a las primeras de cambio, desde que protagonizara "El capitán Blood" (1935 - Michael Curtiz), su segunda película, el actor Errol Flynn se convirtió en una verdadera estrella de Hollywood. Su prestancia física, su desparpajo y arrogancia ante la cámara hacían las delicias de los amantes del cine de aventuras. Lo curioso es que había todavía más frenesí en su propia vida privada que en sus películas, por repletas que estas estuvieran de abordajes, asaltos a castillos o cargas contra los indios. Sus borracheras eran legendarias, tanto como sus retrasos a la hora de llegar a los rodajes. Sin embargo, todo estuvo permitido mientras que la cuenta de beneficios fuera la que sumara más; una estrella rentable es lo máximo que puede pedir un productor de cine y Errol Flynn, sin duda alguna, lo era y mucho.

El problema vino cuando se empezó a hacer pública su desmedida afición a empinar el codo, algún sonoro escándalo con una menor o sus proezas de amenizar sus fiestas aporreando un piano con su pene -según contaba Marilyn a Truman Capote-. Para una sociedad tan puritana como la americana aquello era un exceso intolerable y su fama se vio resentida. Fue ese el momento que aprovechó el todo poderoso Jack Warner, el mandamás de la Warner Bros. para meter en cintura a su alocada estrella, prohibiéndole probar una sola gota de alcohol durante los rodajes y obligándole a respetar los horarios. El caso es que Flynn pareció hacer caso y aparentaba encauzarse por el buen camino, por lo que los estudios hicieron un esfuerzo publicitario para limpiar la imagen de su productiva estrella y que esta no dejara de ser la gallina de los huevos de oro.

Aparentemente cesaron las fiestas, en las cenas de gala Flynn solo tomaba agua y todos los días se podía ver al actor en los estudios tomando una saludable dieta de naranjas y pomelos. Todos estaban encantados. Pero no pasó mucho tiempo antes de que empezara a verse a Flynn algo más que achispado en los rodajes y el caso es que por más que se buscaba no se encontraba el más mínimo rastro de alcohol a su alrededor, no había botellas, ni petacas ni nada parecido.  Si se entraba en su camerino lo más que podía llamar la atención era su nueva y desmedida afición por las naranjas y mandarinas que comía mientras repasaba sus nuevas líneas de guión. No había más.

Jack Warner decidió someter a un estrecho marcaje al actor y terminó por tirar del hilo de las naranjas que diariamente llegaban al camerino de su estrella desde una de las mejores tiendas de Los Ángeles. No tardó mucho en descubrir que allí preparaban con esmero la ración diaria de frutas de Errol Flynn, tal y como a él le gustaban, repletas del mejor vodka disponible, que era inyectado cuidadosamente en las mejores naranjas de la tienda. No era de extrañar que después de comer dos o tres saludables piezas empezara a sentir mar gruesa bajo sus pies y el Capitán Blood se convirtiera en el ingobernable "Capitán Vodka". Este caradura murió con solo 50 años, totalmente desgastado, pero con cinco vidas vividas a cámara rápida.

La foto de Flynn que acompaña el texto es obra de George Hurrell - 1938.

Imagen: La fotografía es cortesía de la página Doctor Macro. Se enlaza la fuente original:
https://www.doctormacro.com/Images/Flynn,%20Errol/Annex/Annex%20-%20Flynn,%20Errol_01.jpg

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