"La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento"
Desafortunadamente, desconozco el autor de la frase aunque con seguridad aparecía en la película "Hitch" de Will Smith. En la fotografía aparece la escultura conocida como "El beso" de Rodin, una obra que representa una historia de amor trágica en el medioevo. Y es que los enamorados que se besan no son anónimos, son Paolo Malatesta y Francesca da Rimini, cuñados en vida. Enamorados el uno del otro, fueron sorprendidos besándose por el esposo de Francesca y hermano de Paolo, Gian Ciotto Malatesta, quien mataría a los dos amantes. Puede que mejor nos detengamos en el instante del beso, lleno de felicidad y armonía, porque justo en el momento en que fueron sorprendidos y separaron sus labios comenzó la tragedia para ellos. Dante contó su historia en la Divina Comedia, en la que los colocó dentro del circulo de los lujuriosos y Rodin los convirtió en el símbolo del amor y la pasión desde que ideó esta composición, en principio destinada a la nunca terminada "Puerta del infierno", una puerta en la que también ocupaba un lugar de honor su "Pensador".
De las varias versiones que existen de "El beso", la de la foto, tallada en mármol, se exhibe en NyCarlsberg Glyptotek de Copenhague.
Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como CC BY-SA 3.0. Se enlaza la fuente original donde aparecen todos sus datos: https://es.wikipedia.org/wiki/El_beso_(Rodin)#/media/Archivo:Auguste_Rodin-The_Kiss-Ny_Carlsberg_Glyptotek-Copenhagen.jpg
"Incluso después de haber reconocido el doctor Rieux delante de su amigo que un montón de enfermos dispersos por todas partes acababa de morir inesperadamente de la peste, el peligro seguía siendo irreal para él. Simplemente, cuando se es médico, se tiene formada una idea de lo que es el dolor y la imaginación no falta. Mirando por la ventana su ciudad que no había cambiado, apenas si el doctor sentía nacer en él ese ligero descorazonamiento ante el porvenir que se llama inquietud. Procuraba reunir en su memoria todo lo que sabía sobre esta enfermedad. Ciertas cifras flotaban en su recuerdo y se decía que la treintena de grandes pestes que la historia ha conocido había causado cerca de cien millones de muertos. Pero ¿qué son cien millones de muertos? Cuando se ha hecho la guerra apenas sabe ya nadie lo que es un muerto. Y además un hombre muerto solamente tiene peso cuando le ha visto uno muerto; cien millones de cadáveres, sembrados a través de la historia, no son más que humo en la imaginación. El doctor recordaba la peste de Constantinopla que según Procopio había hecho diez mil víctimas en un día. Diez mil muertos hacen cinco veces el público de un gran cine. Esto es lo que hay que hacer. Reunir a las gentes a la salida de cinco cines, conducirlas a una playa de la ciudad y hacerlas morir en montón para ver las cosas claras. Además habría que poner algunas caras conocidas por encima de ese amontonamiento anónimo. Pero naturalmente esto es imposible de realizar, y además ¿quién conoce diez mil caras? Por lo demás, esas gentes como Procopio no sabían contar; es cosa sabida."
El fragmento es de "La Peste", una de las obras más conocidas de Albert Camus. Solo en estos días, viendo las calles desiertas, o esas personas que se alejan unos de otros, agachando la cabeza, cuando sus caminos van a cruzarse, me puedo llegar a imaginar, aunque sea ligeramente, el pavor que tuvo que causar aquellas plagas de peste del pasado. Hoy se critican las medidas drásticas que se están tomando en el país para luchar contra el coronavirus e incluso algunos como el Sr. Trump dice a boca llena que unas decenas de miles de muertos le parecen pocos para que la economía pare. Pero es que si en esa playa que dice Camus, en vez de amontonarse los muertos para hacer una montaña, como esa de huesos de bisonte que encabeza la entrada, se pusieran hombro con hombro, muy pegaditos, tendríamos un paseo de cuatro kilómetros por la más macabra de las orillas viendo los cadáveres de los algo más de sietemil españoles que hasta ahora no han soportado el embate de esta maldita enfermedad. Dicen que la gripe mata a mas o menos la mismas personas en una año, lo repiten los ilusos como un mantra de la estupidez, pero esta enfermedad ha logrado los mismos números en solo tres semanas. Por favor, se que el texto no es el más propicio para la esperanza, pero es que ahora lo que toca es luchar sin olvidar la esperanza, quedarse en casa, ser responsables y olvidar el Nopasanadismo. YO ME QUEDO EN CASA
La fotografía, datada aproximadamente en 1892, es de una montaña de huesos de bisontes que espera ser molido para hacer fertilizante. Siento el tremendismo, pero para entender con la fuerza que tenemos que luchar hay que ponerle cara al asunto, aunque sea con huesos de bisonte.
Imagen: La imagen ha sido tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como dominio público. Se enlaza la fuente original donde aparecen todos los datos de la imagen: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=13270398
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persitente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
La gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
Otro texto maravilloso de Mario Benedetti, un escritor que siempre me sorprende. A mi me gusta la gente como él. Por cierto, hoy me llevado una sorpresa al leer el nombre completo de este gran escritor, un nombre con ecos shakespirianos: Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia.
"Todo el mundo quiere ser Cary Grant, incluso yo quiero ser Cary Grant"
Eso decía el actor, y vive dios que no debía ser nada fácil. Cary Grant era elegante hasta poniéndose los calcetines y esas cosas del estilo, del glamour, del saber moverse no se aprenden en la escuela, se tienen o no se tienen, y a él le sobraba. Pero era mucho más que un galán más; desde que lo descubrió Mae West supo cimentar una solida carrera cinematográfica y sin embargo, siendo uno de los grandes talentos de la historia del cine se quedó sin ser reconocido con un Oscar de la Academia. No fueron suficientes las decenas de películas de gran calidad en las que desplegó sus habilidades. Archibald Leach, que es como se llamaba en realidad, daba juego en cualquier tipo de papel pero sin duda brillaba especialmente en la comedia para la que estaba especialmente dotado. Es curioso que Billy Wilder, el mejor director de comedias de la historia del cine, no lograra convencerle nunca para que protagonizara alguna de sus películas, a pesar de lo cual eran grandes amigos. Wilder tenía muy clara la valía del actor y en cierta ocasión sentencio:
"Era bueno, muy bueno. No se le escapaba una. Nunca tuvo el premio (de la Academia). Le dieron un Oscar especial... pero es una idiotez, porque los actores que suelen hacer protagonistas, para obtener un premio tienen que cojear o hacer de retrasados. Nunca ven al tipo que se esfuerza al máximo y consigue que parezca fácil. No les basta con que abra un cajón con elegancia, saque una corbata y se ponga una chaqueta. ¡Hay que sacar una pistola! Hay que sufrir. Ésas son las normas por las que se rigen los 4.500 miembros de la Academia"
"Mi vida no tiene argumento. Es angustioso, no porque no sepa cómo termina, sino porque no sé en qué parte de la película me encuentro, ni siquiera puedo decir si lo que estoy viviendo ahora mismo va a desaparecer durante el montaje. ¿Y si mi vida no fuera más que esas imágenes que se eliminan porque no aportan nada a la historia?"
El fragmento pertenece a la novela "Los ángeles feroces" (2015) obra de José Ovejero. Para ilustrarlo hemos elegido una escultura de María Magdalena que se ubica en la Iglesia de Saint Martin d'Arc en Barrois (Haute-Marne, Francia)
"-Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocara de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. “No importa lo que hagas –decía-, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ello tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre”
"Fahrenheit 451", novela de Ray Bradbury, fue publicada por primera vez en 1953 como crítica a la censura de libros que se impuso en Estados Unidos como resultado del "Macarthismo" y su persecución de todo lo que pudiera tildarse de comunista. Esta novela distópica nos cuenta la historia de Montag, un bombero que más que apagar fuegos a lo que se dedica, siguiendo las ordenes del gobierno, es a quemar libros. Precisamente el titulo de la novela, "Fahrenheit 451", hace referencia a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde (aprox. 233 ºC). En el mundo que nos retrata la novela, los libros eran sumamente peligrosos, pues hacían pensar y hacían a las personas diferentes, cuando debían ser iguales y dóciles, incapaces de cuestionar sus acciones y los dictados del gobierno. Afortunadamente surgirán las dudas en Montag y nos encontraremos con los "hombres libro", personas que memorizan palabra por palabra los libros, cada persona un libro, con el objeto de transmitirlos oralmente y lograr que no se pierdan. Son el último recurso para salvar la cultura atesorada en los libros y en un futuro más bonancible poder reimprimirlos. François Truffaut le dedicó una gran película en 1966.
En estos días de enclaustramiento por el dichoso coronavirus, tanto el libro como la película son un estupendo recurso para olvidarnos de todo un rato. Os dejamos otro trocito del libro:
"No eres como los demás. Y he visto a muchos, y los conozco. Cuando hablo, tú me miras. Anoche, cuando dije algo acerca de la luna, tú miraste hacia la luna. Los demás nunca harían algo así. Los demás me dejarían hablando sola o me amenazarían. Ahora nadie tiene tiempo para nadie. Tú eres uno de los pocos que me soportan, por eso pienso que es muy extraño que seas un bombero, me parece que no es lo apropiado para ti."
Imágen: La imagen ha sido tomada sin modificaciones de la página de Deviantart de "Mooa", donde a fecha de hoy aparece con licencia Creative Commons para su libre utilización: CC BY-NC-ND 3.0.Se enlaza la fuente original:
En 1936, Carole Lombard dio la campanada con una estupenda comedia
titulada "Al servicio de las damas" (Gregory La Cava), sin dudauna de las peliculas más exitosas y vistas en los años 30 y que confirmaba a la actriz como una de las estrellas más luminosas de la época. Su maravilloso
porte y elegancia la hizo acreedora de títulos como el de "La reina de la
elegancia", una etiqueta con la que no se mostraba especialmente
complacida, pues ambicionaba ser reconocida por otros méritos. Así, cuando
en una entrevista realizada en aquel año por Walt Seather, este le
preguntaba sobre con qué título se sentiría realmente a gusto, la actriz que al año siguiente seria "La reina de Nueva York" contestaba así:
"Pues, si me dieran a elegir,
quisiera ser la mejor actriz del mundo, pero sin el título. ¿Para
qué quiero yo el titulito? La cuestión está en serlo, no en
que se lo llamen a una, ni siquiera en parecerlo. Mi primer
ideal es que me conocieran todos por la calidad de mi trabajo, antes
que por mi belleza (que no soy yo la llamada a juzgar), ni por
mi elegancia, ni por los cuentos lanzados por los departamentos
de publicidad. Y tanto me importa así, que el día que empiece a
envejecer, me gustaría poder seguir trabajando en el cine, sin que
nadie pensara en mi fracaso. Es decir, haciendo siempre papeles
proporcionados a mi edad en cada momento, sin pensar en seguir
siendo, como muchas, una pollita de quince años, a los sesenta. Y
tengo confianza en lograrlo. A la edad citada, espero seguir
trabajando para el cine, con tanto éxito como hoy. ¿Por qué
hemos de pasar? Ya lo sé: Pasamos porque el público se acostumbra
demasiado a vernos por una lente única, bajo una forma única, bajo
la cual nos clasifican y califican. Si cambiamos, en nuestro
nombre, en nuestro aspecto físico, en nuestra manera de trabajar,
se piensa al instante en que ya no somos los mismos, y se nos
abandona. Para evitar eso, he procurado siempre no ajustarme a
un patrón único en la interpretación de mis papeles, ni el
carácter de éstos, para que así el mundo espectador me conozca
bajo varios aspectos, y no se extrañe el día que se presenten a él,
forzadamente, nuevas facetas de mi manera de ser" (Revista Popular
Film - Sept 1936)
No tuvo esa suerte, ni ella que tenía todas las papeletas para brillar aún mucho más, ni todos nosotros que la habríamos disfrutado. Poco después de casarse con Clark Gable, con el que formaba una de las parejas
más glamourosas de Hollywood y de rodar, la que seguramente es su mejor
película "Ser o no ser" (1942 - Ernst Lubitsch), donde daba vida a la
esplendorosa Maria Tura, la actriz fallecía en un fatal accidente de aviación
cuando viajaba para reencontarse con su marido después de promocionar la
compra bonos de guerra. Curiosamente en esa última película se tuvo que
eliminar en post-producción una linea de dialogo en la que la actriz
preguntaba "¿Qué te puede pasar en un avión?" El presidente Roosevelt
declaró que Caraole Lombard fue la primera mujer del país caída en la guerra y le
concedieron la Medalla de la Libertad. Clark Gable, totalmente hundido entró en una profunda
depresión que le llevó a enrolarse en el ejercito.
Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de la sensacional página Doctor Macro, de la que hemos recibido consentimiento expreso para el uso de sus fondos en esta página: https://www.doctormacro.com/Images/Lombard,%20Carole/Annex/NRFPT/Annex%20-%20Lombard,%20Carole_NRFPT_16.jpg
Sócrates marca indudablemente un antes y un después en la historia de la filosofía. Supo ganarse la admiración y la consideración de muchos de sus discípulos, como Aristipo, Antístenes o el mismo Platón, nexo de unión con el gran Aristóteles. Lo que le resultó muchísimo más difícil fue ganarse el respeto de Jantipa, su correosa y arisca mujer. Sócrates comentaba que su carácter seco y altamente inflamable era lo que le había llevado a elegirla como esposa, osea sabía donde se metía. Apostillaba que era su afán habituarse a tolerarla con infinita paciencia con el propósito de lograr el perfecto autocontrol y de esta manera estar siempre en la mejor disposición de tratar con cualquiera por difícil que fuera su carácter. Nietzsche en un arranque de ironía llegó a decir que fue Jantipa y no otro gran maestro el que convirtió a Sócrates en el mejor dialéctico de Atenas, ya que era mejor andar por la calle hablando a unos y a otros que quedarse en su casa aguantando al "demonio de Tasmania" que vivía con él. Con el tiempo se cuenta que un alfarero le preguntó a Sócrates sobre cuál era la mejor opción casarse o quedarse soltero. Sócrates le contestó: "Hagas lo que hagas te arrepentirás".
Al hilo de todo esto cuenta una anécdota que tras una de las habituales broncas domésticas que Jantipa "amorosamente" le preparaba cada día, Sócrates no pudo aguantar más y buscando un poco de paz se salió de la casa y se sentó en el escalón que daba entrada a la puerta, y claro, parece ser que eso era lo peor que le podía hacer ignorarla y dejarla así sin nadie sobre quien descargar sus muchos demonios. De esta manera y poseída por la rabia de no poder seguir desahogándose sobre el "marido filósofo" se fue hacía Sócrates con una palangana llena de agua sucia y se la volcó por completo encima. Sócrates se limito a comentar completamente abrumado:
"Después de tanto tronar, no es extraño que ahora llueva"
Quien sabe si harto de buscar soluciones en su matrimonio o hastiado de escuchar de su mujer que no sabía nada llegó a formular por convencimiento propio, más que en relación con la pitonisa de Delfos, aquella sabia máxima que decía: "Solo sé que no sé nada". !Qué gran maestra de filosofía era Jantipa!
A pesar de tanta tormenta, Jenofonte describía a Sócrates así: "Ejemplar del hombre mejor y más feliz", y escribe de él: “Como comprendo la sabiduría y nobleza de este hombre, tengo que pensar siempre en él; y, siempre que en él pienso, tengo que alabarlo”.
El busto de Sócrates que encabeza la entrada se encuentra expuesto en el Louvre.
No es extraño que los hijos quieran parecerse a sus padres, máxime cuando estos tienen una personalidad arrolladora y como Ernest Hemingway, son bendecidos por el éxito; precisamente fue eso lo que parece que le ocurrió a Patrick Hemingway (1928), el segundo hijo del escritor de "El viejo y el mar", que además de convertirse en un solvente cazador como su padre y regentar durante más de diez años un negocio de safaris en África, también intentó hacer sus pinitos como escritor.
Cierto día entregó a su padre un escrito con la intención de que lo corrigiese y le aconsejase sobre el mismo. Ernest, solícito, se dedicó a la lectura del manuscrito de su hijo y cuando lo terminó solo había encontrado la necesidad de cambiar una sola palabra. Su hijo no se tomó la rectificación muy bien y reprochó a su padre el cambio achacándolo a una falta de atención por su parte a su trabajo: "¡Sólo me has cambiado una palabra!" le dijo un tanto ofuscado, a lo que Don Ernesto le contestó: "¡Si, pero una sola palabra es más que suficiente para dar sentido a todo un texto!"
Imagen: La fotografía, un retrato de juventud de Ernest Hemingway, esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura con la etiqueta de Dominio Publico. Se enlaza la fuente donde figuran todos los detalles de la imagen:
Ahí la tienen, Jodie Foster transportada a un cuadro de Bouguereau: "El nuevo cordero" por obra y milagro del photoshop. En "El silencio de los corderos", el primer encuentro entre Clarice Starling y Hannibal Lecter nos regala una escena apabullante, tanto por la inquietante y poderosa presencia que Hopkins logra imprimirle a su personaje como por las reacciones de la actriz que se muestra ciertamente turbada ante aquel sujeto despiadado y a la vez exquisito. Parte del merito lo tenía Hopkins gracias a un truquillo que no podemos disfrutar en la versión doblada. En el famoso monólogo en el que Lecter describe a Clarice decía:
"Es muy ambiciosa, ¿verdad? ¿Sabe que aspecto tiene con ese bolso bueno y esos zapatos baratos? Tiene aspecto de hortera. Aspecto de hortera apañada y con cierto gusto. La buena alimentación le ha proporcionado una constitución fuerte, pero solo una generación la separa del hambre, ¿no es cierto agente Starling? Y ese cutis que quisiera disimular… Es el típico cutis de una campesina… ¿A qué se dedica su padre? ¿Es minero de carbón? ¿Apesta a lámpara de carburo? Sé que era usted una presa fácil para los chicos. Se dejaba sobar en los asientos traseros de los coches, soñando solo con escapar de allí, con ir a donde fuera… y así fue cómo llegó al FBI."
Pero en la versión original, esa alusión que hace al cutis iba en realidad dirigida a su acento: "And that accent you've tried so desperately to shed? Pure West Virginia"(¿Y ese acento del que has tratado desesperadamente de deshacerte?) Un ataque fuera de guión e improvisado por el actor hacia Jodie Foster, que natural de Los Ángeles tenía su propio acento y que en la escena es imitado por Anthony Hopkins, un matiz que desgraciadamente se pierde en la versión doblada. Esta argucia del actor logró descolocar por un momento a Jodie Foster que sin embargo continuó la escena, haciendo que su natural reacción a aquella burla le diera más credibilidad a su Clarice. A la actriz no le gustó la bromita de que Lecter imitara su forma de hablar, y aunque en un principio se sintió en cierto modo atacada y hasta ridiculizada, no tardó en darse cuenta de que la artimaña improvisada por Anthony Hopkins había ayudado a darle matices y reacciones muy veraces a su personaje.
Y que menos que volver a ver la escena, ahora en versión original. En el minuto 1'34" notaran como Hopkins cambia su forma de hablar:
Imagen: La imagen, sin modificaciones, esta tomada de Flickr, concretamente de la página de Mark Rain, donde figura con licencia (CC BY 2.0). Se enlaza la fuente donde figuran todos los detalles de la imagen:
Una expresión popular con la que hacemos referencia a estar faltos de dinero es aquella de "estar a la cuarta pregunta", pero ¿de dónde viene tan curiosa expresión?
Parece ser que antiguamente, en los interrogatorios judiciales, se formulaban necesariamente al imputado una serie de preguntas siempre en el mismo orden. En primer lugar se le preguntaba por su nombre y edad, después por su lugar de nacimiento y domicilio, seguían por su religión y su estado civil y finalmente y en cuarto lugar por sus bienes y rentas. Por supuesto todos los imputados, en caso de que no lo fuera ya, intentaban aparentar un patrimonio lo más exiguo posible y declaraban que no disponían de bienes y rentas y que su menudo patrimonio provenía únicamente de su trabajo. Intentaban con ello evitar ser embargados en caso de una resolución desfavorable. Así cuando en cualquier momento posterior del procedimiento salía a la palestra el asunto del patrimonio del sujeto, este indefectiblemente se remitía a su declaración inicial, osea que estaba "a la cuarta pregunta", sin un real y más tieso que la mojama.
Charlot, al que vemos arriba en una imagen de la película "El chico", no creo que tuviera que mentir mucho a la hora de abordar la incomoda "cuarta pregunta", los bolsillos de sus pantalones serían tan grandes como estos, pero normalmente estaban siempre vacíos.
Imagen: La fotografía ha sido tomada de los sensacionales fondos de la página Doctor Macro de la que hemos recibido permiso expreso para su uso en esta página. Enlazamos la fuente:
"La sociedad de consumo nos condena a vivir en un estado de insuficiencia perpetua, a desear siempre más de lo que podemos comprar. Se nos aparta implacablemente del estado de plenitud, se nos tiene siempre insatisfechos, amargados por todo lo que no podemos permitirnos. Se ha dicho que el sistema del consumo comercial es un poco como "el tonel de las Danaides" que además sabe aprovechar el descontento y la frustración de todos."
Palabras recogidas en el libro "La sociedad de la decepción" (2008) del filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky. Para ilustrarla hemos escogido una imagen llena de coloridos productos de un supermercado de Portland (Oregón), esos templos de peregrinación moderna en los que estos días se ha podido experimentar cuando menos un leve temblor en nuestro modo de vida.
"Meg y Tony llevaron a la mujer de Tony al aeropuerto. En cuanto Dolly estuvo a bordo, fueron al bar del aeropuerto a tomar algo. Meg pidió un whisky con soda. Tony con agua. (...)
Tony —Nosotros podemos ser amigos.
Meg —De esa manera no.
— Tienes que ser moderna. Estamos en la edad moderna. La gente se divierte. Se desinhibe. Joden de mil modos. Se tiran perros, niños, pollos, peces...
— A mí me gusta escoger. Tengo que sentirme interesada.
— No seas pueblerina. Sentir interés está pasado de moda. Si sigues por ese rollo mucho tiempo, cuando te des cuenta, acabarás creyendo en el amor.
—¿Y qué? ¿Qué tiene el amor de malo, Tony?
—El amor es una forma de prejuicio. Amamos lo que necesitamos, amamos lo que nos hace sentirnos bien, amamos lo que es conveniente. ¿Cómo puedes decir que amas a una persona cuando hay diez mil personas en el mundo a las que amarías más si llegases a conocerlas? Pero nunca las conoceremos.
—Sí, de acuerdo, pero hay que hacer todo lo posible.
—Concedido. Pero hay que tener en cuenta, de todos modos, que el amor sólo es consecuencia de un encuentro al azar. La mayoría de la gente le da demasiada importancia. Sobre esta base, un buen polvo es algo de lo que no hay por qué burlarse.
—Pero también es el resultado de un encuentro al azar.
—Tienes toda la razón del mundo. Acaba de beberte eso, anda. Tomaremos otro.
—Ya te veo venir, Tony; pero no te hagas ilusiones, que no resultará."
El fragmento pertenece al relato "Golpes en el vacio" que podemos encontrar en el libro "Música de cañerías" (1983), una colección más de relatos cortos a los que tan aficionado era Charles Bukowski, aquí ya un escritor consagrado y respetado que no por ello se rinde a la insulsa corrección. Sus relatos siguen hablando, como siempre del alcoholismo, del triunfo o el fracaso, de la falsa moralidad, del sexo y de la estupidez con la que se condimenta todo.
Imagen: La fotografía, ligeramente recortada, corresponde a un grafitti inspirado en una famosa imagen de Bukowski, y esta tomada de la página de "thierry ehrmann" en Flickr donde aparece etiquetada como (CC BY 2.0).habilitando su uso. Se enlaza su fuente original donde figuran todos los detalles de la misma:
En esta situación tan singular que nos impone el Coronavirus, la noticia de que Tom Hanks ha contraído la enfermedad ha provocado algún que otro comentario en las redes. Uno de los que circula por Whatsapp es ciertamente simpático y nosotros amantes del cine como somos no hemos podido evitar la tentación de traerlo por aquí:
"Hay que estar muy pendientes de cómo evoluciona Tom Hanks, ya que es la persona de referencia en todo tipo de catástrofes: Sobrevivió 4 años en una isla como náufrago. Un año en un aeropuerto sin poder salir. Le dio Sida en Filadelfia. Estuvo en la Segunda Guerra Mundial y rescató al Soldado Ryan; y en Vietnam donde rescató al teniente Dan. Estuvo en un barco secuestrado por piratas somalíes. Sobrevivió en el Apolo 13 tratando de llegar a la Luna. Y aterrizó un avión en el Hudson saliendo todos ilesos. Si se muere de coronavirus... ¡Daros todos por jodidos!
"¿El beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas"
Eso decía Ingrid Bergman y difícilmente podíamos resistirnos a acompañarla con una foto del famoso beso de "Encadenados" (Notorious - 1946). Y de eso vamos a hablar, de los trucos de Ingrid Bergman, una de las muchas musas que tuvo a sus órdenes Alfred Hitchcock durante su trayectoria como director. Una mujer que además de poseer una belleza irresistiblemente particular era sin duda una portentosa actriz. Participó en dos de las obras maestras del rey del suspense, nada más y nada menos que las sensacionales "Recuerda" (1945) y la ya citada "Encadenados" (1946), además de "Atormentada" (1949), una buena película pero inferior a las anteriores. El caso es que en una de las escenas que debía interpretar a las órdenes de Don Alfredo, Ingrid Bergman no daba con la tecla de cómo enfrentarse a la escena conforme a las técnicas y usos que tenía interiorizados y así se lo dijo al director:
- "No creo que pueda hacerlo naturalmente" y le explicó todos los motivos por los que se encontraba dubitativa y perdida ante aquella escena. Hitchcock la escuchó atentamente e incluso le hacía gestos de asentimiento, para que la actriz se sintiera cómoda y escuchada. Pero una vez terminó de hablar, el director le dio la clave para salvar la situación:
- "De acuerdo, si no puedes hacerlo naturalmente, fíngelo"
Tiempo después Ingrid Bergman reconocería que fue este el mejor consejo que le habían dado a lo largo de toda su carrera sobre el arte de la actuación, que es lo mismo que decir del arte del fingimiento.
Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de la sensacional página Doctor Macro, de la que hemos recibido consentimiento expreso para el uso de sus fondos en esta página:
En la película "Fraude" (1973) y ante la visión de la Catedral de Chartres, se oye la voz en off de su director, Orson Welles, que dice:
"Ahora esto ha estado aquí por siglos. Quizá la mayor obra del hombre, en todo el mundo occidental. Y no tiene firma. Chartres. Una celebración de la Gloria de Dios y de la dignidad humana. Bueno, todo lo que queda, piensan en estos días la mayoría de los artistas, es el hombre. Desnudo. Pobre, rábano hendido. No hay celebraciones. Los científicos siguen diciéndonos que el nuestro es un universo desechable. Ya saben, puede que sea justo esta gloria anónima de todas las cosas, este rico bosque de piedra, este canto épico, esta alegría, este gran salmo de afirmación, el que escojamos cuando todas nuestras ciudades sean polvo, para que quede intacto para señalar donde hemos estado, para testificar lo que podemos llevar a cabo. Nuestros trabajos en piedra, en pintura, en impreso están a salvo –algunas de ellas por unas pocas décadas, o uno o dos milenios- pero finalmente todo deberá caer en la guerra o desaparecer en la final y universal ceniza. Los triunfos y los fraudes, los tesoros y las falsificaciones. Es un hecho de la vida. Vamos a morir. “Se de buen corazón” grita el artista muerto desde el pasado vivo, “Nuestras canciones serán todas silenciadas ¿Pero qué importa? Sigue cantando” Quizá el nombre de un hombre no importe tanto."
Imagen: La fotografía, un detalle de la Catedral de Chartres, ha sido tomada de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente donde figuran todos los detalles de la misma: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Chartres2006_079.jpg
"Quienes piensan que el dinero lo puede todo, terminan haciéndolo todo por dinero"
La frase es de François-Marie Arouet, más conocido por todos como Voltaire y nos sirve de excusa para traer a nuestro blog la estupenda escultura que le dedicó Jean-Baptiste Pigalle. La obra se hizo en vida del filósofo gracias a una recaudación de fondos de otros literatos y pensadores franceses que querían homenajearle, entre ellos los famosos Diderot y D'Alambert. Pigalle, del que el propio Voltaire decía que era "El Fidias francés" estaba en su mejor momento y a él le encargaron el proyecto. El escultor presentó el proyecto de su obra de la siguiente manera:
“El príncipe de la literatura está sentado sobre un paño que cuelga por la espalda de su hombro izquierdo y envuelve por detrás todo su cuerpo. Lleva la cabeza coronada de laurel; el pecho, el muslo la pierna y el brazo derecho desnudos. Tiene en la mano derecha, cuyo brazo cuelga, una pluma. El brazo izquierdo está apoyado en el muslo izquierdo. Toda la posición es de genio. Hay en su cabeza un ardor, un carácter sublime”
Por el camino parece que se quedó la corona de laurel y algo que resultó muy controvertido es que Pigalle no mostró un cuerpo idealizado en su desnudez, sino el cuerpo decrepito y desgastado de un hombre anciano. Todo verdad, sin la mascara de los ropajes. Parece que Pigalle pretendía representar la victoria del intelecto imperecedero a través del pensamiento y las obras del filosofo sobre un cuerpo que al fin y al cabo es para todos decadente y temporal. Pero hasta a Voltaire le costó aceptar aquella imagen suya tan poco amable. En el pie de la estatua se colocó la leyenda: "A Voltaire vivo, por sus compatriotas", una muestra del reconocimiento en vida de todos sus colegas, y Voltaire con su característico ingenio apuntaba la posibilidad de cambiar la palabra "vivo" por "moribundo".
Poco acostumbrados a la representación artística de un cuerpo anciano, el pueblo hacía chistes y el rey de Suecia, Gustavo III, proponía con no poca retranca, hacer una nueva recaudación de fondos para hacerle algunos ropajes con los que cubrir al pobre Voltaire de mármol. Más allá de todas estas chanzas, la escultura es de una factura soberbia y a la altura de tan notable personaje. Voltaire ya apuntaba que no se podía poner trabas al genio creador cuando se discutía la factura de la obra. Pigalle dedicó sin duda una obra maestra a Voltaire, que murió apenas dos años después. Hoy la escultura se puede ver en el Louvre.
Imagen:La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura con licencia CC BY-SA 3.0. Se enlaza la fuente donde figuran todos los detalles de la obra:https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Voltaire_nu.jpg
"La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas"
(Miguel Ángel)
En la fotografía se observa un detalle del "David" de Miguel Ángel, escultura que se exhibe en la Galleria dell'Accademia de Florencia.
Imagen: La fotografía, con ligeros retoques de tamaño, es obra de Jörg Bittner Unna y está tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como CC BY 3.0.- Se enlaza la fuente original en la que figuran todos los detalles de la misma. https://commons.wikimedia.org/wiki/Michelangelo#/media/File:'David'_by_Michelangelo_JBU08.JPG
"Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estas del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo mas profundo de la posesión no estas en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero"
El fragmento pertenece a la novela "Rayuela" (93), obra de Julio Cortázar, quien en la famosa entrevista que le realizó Joaquín Soler Serrano en el programa "A fondo" decía de su obra:
"A mí se me ocurrió -y sé muy bien que era una cosa difícil, realmente muy muy difícil-, intentar escribir un libro en donde el lector, en vez de leer la novela así, consecutivamente, tuviera en primer lugar diferentes opciones. Lo cual lo situaba ya casi en un pie de igualdad con el autor, porque el autor también había tomado diferentes opciones al escribir el libro. Posibilidad de elecciones, de dejar de lado una parte del libro y leer otra, o leerla en otro orden y crearse un mundo en el cual él desempeñaba un papel activo y no pasivo. Yo sé muy bien que en la práctica, eso no corresponde, exactamente, con mis deseos, digamos, teóricos, porque finalmente los lectores de "Rayuela", la han aceptado en su conjunto como un libro, y en ese sentido es una novela como cualquier otra. Pero también sé que muchos de esos lectores han sentido que se les reclamaba una participación mucho más activa, que es lo que yo llamo en el libro "el lector cómplice"(...)
Este libro es una tentativa para ir hasta el fondo de un largo camino de negación de la realidad cotidiana y de admisión de otras posibles realidades, de otras posibles aperturas. Y entonces tú ves que ese libro en ese sentido, se desarrolla a lo largo de episodios incongruentes, absurdos, a veces incluso incoherentes, donde las situaciones más dramáticas son tratadas con sentido del humor y viceversea, donde hay episodios inaceptables desde un criterio realista cotidiano.
Bueno, y para mi gran sorpresa, y mi gran maravilla, yo pensé, cuando terminé "Rayuela", que había escrito un libro de un hombre de mi edad para lectores de mi edad. La gran maravilla fue que ese libro cuando se publicó en la Argentina y se conoció en toda América Latina, encontró sus lectores en los jóvenes, en quienes yo no había pensado directamente jamás al escribir ese libro. Los verdaderos lectores de "Rayuela" han sido los jóvenes, las primeras reacciones, las primeras cartas, o cartas de adhesión o cartas de insultos; las dos eran igualmente positivas dentro de la óptica de lo que yo quería con este libro venían de jóvenes y ese fenómeno se ha seguido manteniendo a lo largo de los años (...)
Entonces, la gran maravilla para un escritor es haber escrito un libro pensando que hacía una cosa que correspondía a su edad, a su tiempo, a su clima, y de golpe descubrir que en realidad planteó problemas que son los problemas de la generación siguiente. Me parece una recompensa maravillosa y sigue siendo para mí la justificación del libro..."
Creo que la entrevista merece la pena en cada uno de sus minutos, así, que la enlazo completa:
Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura con la etiqueta de Dominio Publico. Se enlaza la fuente donde figuran todos los datos de la imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cort%C3%A1zar.jpg
Grace Kelly ha sido sin duda uno de los rostros más bellos de la historia del cine y tras su marcha siempre nos quedará la incógnita sobre los logros de los que hubiera sido capaz, aunque ella al parecer no era muy optimista al respecto. Según cuenta su biógrafo James Spada, durante el rodaje de la que fue su última película "Alta sociedad" (1956 - Charles Walters), se produjo una conversación entre la futura Princesa de Mónaco (ya estaba comprometida con Rainiero) y el escritor Gore Vidal realmente reveladora.
Gore Vidal le preguntó: "¿Por qué diablos quieres abandonar Hollywood, ahora que has llegado a la cumbre?" El escritor contaba que la actriz "respondió preguntándome si sabía lo que era la cita con el maquillaje. Contesté que, en efecto, lo sabía. Entonces, ella replicó: "Bien, te diré uno de los motivos. Cuando llegué a Hollywood, hace unos años, cinco aproximadamente, mi cita con el maquillador era a las ocho de la mañana. En esta nueva película me la han puesto a las siete y media. Todos los días veo a Joan Crawford que esta maquillada desde las cinco, y a Loretta Young que está allí desde las cuatro de la madrugada. Que me aspen, si he de continuar en una profesión en la que cada día hay que levantarse más temprano y cada día tardas más en ponerte delante de las cámaras". Creo que Grace -continúa Gore Vidal- veía que su carrera sería como la de las otras actrices, y que pronto empezaría a deslizarse por la pendiente. Siempre hay caras nuevas en Hollywood. En esa ciudad la carrera de una mujer es muy breve, a menos que te humilles y accedas a interpretar papeles de mala como Bette Davis. Grace había llegado a la cumbre"
En la misma línea apuntaba el director de cine Don Richardson: "A Grace le preocupaba su futuro después de haber llegado tan alto, sabía que sus capacidades eran mínimas. No sabía a ciencia cierta, cuál sería el siguiente paso de su carrera. ¿Qué sería de ella? ¿Una actriz de carácter? Decididamente, jamás llegaría a ser una gran actriz de teatro. Creo que estaba convencida de que su carrera era debida, sobre todo, a una cuestión de suerte y hermosura personal, que no duraría demasiado"
Fuente: La presente entrada parte de un pequeño artículo recogido en la sección "¿Sabías qué...? de la sensacional revista de cine "Imágenes" - nº351
"Las plagas, en efecto, son una cosa común pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas. El doctor Rieux estaba desprevenido como lo estaban nuestros ciudadanos y por esto hay que comprender sus dudas. Por esto hay que comprender también que se callara, indeciso entre la inquietud y la confianza. Cuando estalla una guerra las gentes se dicen: "Esto no puede durar, es demasiado estúpido." Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones. Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas."
El fragmento pertenece a "La peste" (1947) una de las obras más celebradas del escritor y filósofo Albert Camus. Según se cuenta en los noticieros, la obra se está vendiendo como rosquillas en estos días en los que muchas personas se dejan llevar demasiado alegremente por un desmesurado nerviosismo, en vez de actuar con la debida prudencia, calma y responsabilidad.
Eso cuenta la leyenda que dijo el monje benedictino Dom Pierre Pérignon cuando probó por primera vez aquel vino repleto de unas juguetonas burbujas que eran resultado del novedoso método de fermentación ideado por él y conocido como "méthode champenoise". Había nacido el Champagne. No cabe duda que además, Dom Perignon hubiese sido un gran publicista. Eso de beberse las estrellas tiene su gancho.
Tenía treinta añitos el monje cuando en 1868 hizo su chispeante descubrimiento, y hasta su muerte, 47 años después, se dedicó al cuidado del sótano de la Abadía deHautvilliers donde se guardaba la producción del espumoso vino. No era muy común alcanzar la edad de 77 años en aquella época. Puede que la dieta a base de estrellas le ayudara.
En la fotografía podemos ver el monumento que la casa Möet & Chandon, a la que pertenece el famoso Champagne "Dom Perignon", le dedica al monje en su sede de Épernay, localidad junto a la cual se ubicaba la abadía donde se creó.
Imagen: La imagen, modificada ligeramente, ha sido tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Publico. Se enlaza la fuente original donde aparecen todos los datos de la imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Epernay-Moet02.JPG
"Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante, que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado"
Estas palabras ponía Don Miguel de Cervantes en boca de Don Quijote (arriba en un grabado de Doré) mientras este hablaba con el Caballero del Verde Gabán.
Este poema o décima conocido como "A la salida de la cárcel" pero que tiene por título la simple notación "XXIII", fue escrito por Fray Luis de León en los muros de la celda en la que pasó encarcelado cinco largos años por intrigas en las que la envidia jugaba un papel importante. Se le acusó de preferir el texto hebreo del Antiguo Testamento a la "Vulgata", la versión latina que había sido adoptada oficialmente por la Iglesia, además de por haber traducido al lenguaje vulgar alguna parte de la Biblia como el "Cantar de los Cantares". Logró salir indemne de las acusaciones. A la vuelta a sus clases y acostumbrado durante largo tiempo a resumir las clases explicadas el día anterior para dar entrada a la que empezaba, recomenzó su nueva vida con una significativa frase, el famoso: "Decíamos ayer". Una maravillosa forma de dejar atrás un pasado doloroso y emprender la nueva senda de un prometedor futuro. Parece mentira que fuera este mismo autor el que dijera: "Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma". él que siempre encontraba las adecuadas.
En la fotografía se puede ver la estatua de Fray Luis de León, obra del escultor Nicasio Sevilla y que se ubica frente a la Universidad de Salamanca. El pintor Francisco Pacheco describía así a nuestro protagonista: "El rostro más redondo que aguileño; trigueño el color; los ojos verdes y vivos... El hombre más callado que se ha conocido, si bien de singular agudeza en sus dichos... de mucho secreto, verdad y fidelidad, puntual en palabras y en promesas, compuesto, poco o nada risueño."
es dar algo tan tenue que bien puede ser infinito,
es dar algo tan vago que puede ser el universo.
La inútil mano toca y no reconoce
la inalcanzable cara.
El poema, obra de Jorge Luis Borges, a quien vemos arriba fotografiado por Grete Stern en 1951, tiene por título "El don" y apareció en 1985, en el nº 20 de la Revista Maldoror, Montevideo. Posteriormente aparece en "Textos recobrados 1956-1986"
Brahms no debía de ser una persona fácil; de hecho le suelen describir como una persona huraña e irritable. En esta linea se cuenta que en cierta ocasión se vio obligado a recibir la visita de una cantante cuyas dotes para la canción distaban mucho de impresionar al compositor. No era suficiente que se interrumpiera su rutina sino que además la cantante se atrevió a pedirle a Brahms que le cediera una de sus obras para sumarla a su repertorio. Me imagino al músico buscando una salida airosa de aquel atolladero y evitar que una de sus piezas terminara siendo destrozada por aquella supuesta "diva".
"En estos momentos ninguna de las obras que tengo escritas es apropiada para usted, por lo que deberá esperar un poco". Acertó a decirle.
La cantante, no cejó en su empeño y cargando la suerte le preguntó con ansiedad si tendría que esperar mucho tiempo para poder disponer de la ansiada canción. En esta tesitura a Brahms no le quedó más remedio que olvidarse de diplomacias y dejarle las cosas claras:
“No se lo puedo decir, pero las únicas canciones que le prestaría son mis canciones póstumas. Así tendré la seguridad de no oírselas cantar”
Y este compositor tan aparentemente intratable (hay anécdotas totalmente contrarias) nos regaló, entre muchas otras maravillas, una pieza que han cantado prácticamente todas las madres del mundo para acunar a sus bebés. La famosa "canción de cuna", aquí en la maravillosa voz de Sumi Jo, a la que a buen seguro Brahms no le habría negado nada.
"No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas" "La mayoría de los hombres van y vienen en la miseria entre el miedo a la muerte y las dificultades de la vida; no están dispuestos a vivir y, sin embargo, no saben cómo morir."
Son palabras del sabio romano Lucio Anneo Séneca -nacido en Córdoba-, al que arriba podemos ver en un fabuloso busto de autor anónimo datado en el s. XVII. La obra pertenece al Museo del Prado.
Imagen: La imagen, sin modificaciones, esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde se encuentra etiquetada como CC BY 3.0.Es obra de Jean-Pol Grandmont. Se enlaza la fuente donde figuran todos los detalles de la imagen:
Ya no creo que haya cafés como los de antes, de esos en los que se reunía la intelectualidad para intercambiar genialidades, lugares ya míticos como el Café Gijón, el de Pombo o el Nuevo Café Levante. En este último instaló su tertulia el singular Valle Inclán y fue tal la pléyade de celebridades que eran asiduos del lugar que este llegaría a afirmar: "El café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y que muchas consagradas academias".
Uno de aquellos fabulosos personajes que constituían la fauna habitual del Nuevo Café Levante era el sensacional escritor Pío Baroja, quién supongo que allí conocería a personas de toda clase y condición, resultando ciertamente valiosa su forma de valorar a los demás:
"Realmente, no sé si con justicia o no, a mi no me admira el ingenio, porque se ve que hay muchos hombres ingeniosos en el mundo. Tampoco me asombra que haya gente con memoria, por grande y portentosa que sea, ni que haya calculadores; lo que más me asombra es la bondad, y esto lo digo sin el menor asomo de hipocresía"
Visto el prisma desde el que veía la realidad Don Pío, creo que resulta interesante leer como veía el escritor a los españoles. Se cuenta que en el citado Café, un 13 de mayo de 1904, Don Pío logró el aplauso de los presentes, entre ellos Miguel de Unamuno y Benito Pérez Galdós, cuando encontrándose los tertulianos discutiendo sobre los españoles y sus singularidades, sentenció:
“La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:
Una: los que no saben;
dos: los que no quieren saber;
tres: los que odian el saber;
cuatro: los que sufren por no saber;
cinco: los que aparentan que saben;
seis: los que triunfan sin saber, y
siete: los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.
Como todas las buenas cosas, la descripción que de los españoles hace Pio Baroja, arriba retratado por Joaquín Sorolla, resulta una descripción intemporal y por tanto vigente.
Imagen: La fotografía, modificada ligeramente, esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente para más detalles: