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lunes, 22 de julio de 2019

Los nudos del obstinado Hermann Hesse



"¡Cuánto tiempo se necesita para conocerse un poco a sí mismo –y cuánto más para aceptarse y estar de acuerdo consigo mismo en un sentido ajeno al egoísmo! ¡Cuánto hay que trabajar en la propia persona, luchar consigo, deshacer nudos, cortar nudos, anudar otros nuevos! Y cuando por fin llegamos al final, cuando por fin alcanzamos la plena consciencia, la plena armonía, la plena y perfecta sonrisa y aquiescencia, entonces sonreímos y morimos, ésta es la muerte, la consumación de la vida, la entrada dócil en lo informe para volver a renacer"

"Estas revelaciones llegan despacio, se asciende hacia ellas en espiral; y cuando están ahí, es como si se hubiesen alcanzado de un salto, de repente. Pero las revelaciones no son todavía la vida. Son el camino hacia ella y más de uno se queda eternamente en el camino. También yo vislumbraba el camino, creía conocerlo con seguridad, pero nunca conseguía avanzar del todo. Había progresos y retrocesos, euforia y desánimo, fe y desengaño. Y seguramente siempre los habrá".

Estos fragmentos, y los siguientes, pertenecen al libro "Obstinación", una recopilación de escritos autobiográficos de Hermann Hesse, desde cartas a fragmentos de diarios, recopilados por Siegfried Hunseld. En esta colección de flashes, el escritor, entre otras cosas, nos habla de su lucha por no ser parte del "rebaño" de pensamiento y obra al que todos parecemos destinados:

"Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leemos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al "propio sentido"

Y descubrimos como ya a los quince años, aquel obstinado muchacho era capaz de escribir a sus padres frases tan rotundas como la siguiente: 

"Emplearé mis últimas fuerzas para demostrar que no soy la máquina a la que no hay más que dar cuerda"

Imagen: La imagen de Hermann Hess es obra de Gret Widmann y ha sido tomada, con un pequeño retoque, de la página Wikimedia Commons donde figura catalogada como "Dominio Público" CC0. Se enlaza la fuente original donde se recoge toda la información sobre la imagen:

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