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martes, 29 de junio de 2021
El arcoíris imposible de Judy Garland
lunes, 28 de junio de 2021
El "Hombre" de Blas de Otero Vs "El caminante" de Caspar D. Friedrich
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser –y no ser – eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
domingo, 27 de junio de 2021
Lo quiero todo - El dedo de Feng Menglong
"Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.
—¿Qué más deseas, pues? —le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
—¡Quisiera tu dedo! —contestó el otro."
El cuento es obra de Feng Menglong (1574 - 1645), un escritor chino en la dinastía Ming. Para ilustrar su pequeño cuento hemos elegido la mano de la que debió ser una estatua colosal del Emperador Constantino el Grande, cuyos restos se exponen en el patio del Palazzo dei Conservatori de los Museos Capitolinos de Roma.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público - Fuente Original
domingo, 20 de junio de 2021
El Greco, la Inquisición y su "Expolio"
martes, 15 de junio de 2021
"Muere lentamente" de Medeiros Vs "Magdalena Penitente" de Antonio Canova
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca.
No arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente
quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente
quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente
quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente,
quien pasa los días quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante.
Muere lentamente,
quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto que desconoce
o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor
que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos
una espléndida felicidad.
martes, 1 de junio de 2021
Anthony Hopkins: Compositor de valses
Ya intuíamos que el gran actor Anthony Hopkins debía tener una especial sensibilidad para la música, o al menos eso me pareció a mí cuando le veía saborear, una a una, las notas de las "Variaciones Goldberg" mientras brutalmente se libraba de sus guardias en "El silencio de los corderos". Ahora tenemos la confirmación de que no es precisamente Anthony Hopkins un hombre de silencios, por mucho que pudiera parecerlo en "Lo que queda del día". Resulta que con tan sólo 19 años escribió un delicioso vals titulado "The waltz goes on" -El vals debe continuar-, una pieza que durante décadas nunca pasó del pentagrama y la única sala de conciertos en la que habían resonado sus notas era en el pensamiento de este genial actor y recién descubierto compositor. No hace mucho tuvo la oportunidad de proponerle a Andre Rieu, que revisara la partitura por si la consideraba merecedora de incluirla en su repertorio. El propio Rieu confirma que recibe cientos de peticiones como esta a las que no puede prestar la debida atención, pero que cuando reparó en quien era el compositor de aquella pieza, no pudo evitar la curiosidad de ver que había garabateado sobre el pentagrama el bueno de "Hannibal Lecter", encontrándose para su sorpresa una pieza rebosante de luminosidad y glamour al más puro estilo vienés. Decidido a incluirla en su repertorio hizo los oportunos ajustes e invitó a Hopkins a la gala de presentación, acto en el cual, más de cincuenta años después, dejaría de escuchar la música solo en su cabeza para poder compartirla con todos nosotros. Gracias por el regalo Mr. Hopkins, la degustaremos con un buen Chianti... Afortunadamente, como me indica mi hijo Alejandro, ningún músico desafinó, que ya sabemos cómo terminan esas cosas, cuando un exquisito y amante de la perfección está entre el público.
No os perdías la reacción de Hopkins ante su propia música. Merece la pena.
Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 2.0) - Fuente Original